sábado, 24 de mayo de 2014

Generación de colosos

Generación de colosos
de las tierras allende la pobreza
donde la única riqueza
fue el carácter heredado,
las manos para el trabajo
y los sueños de bienestar.

Todo ésto
en fardos de semillas abundantes,
ya no sobre el lomo de un burro
sino de los graneros del corazón
abastecidos del sano ejemplo
y de la visión del bienestar
de los padres prometido.
Van andando los titanes,
hacia el sol en su ocaso,
ahora ya ligeros,
sin nada de equipaje.

Detrás, después de tantas batallas,
dejan a las memorias,
jardines florecidos de nietos,
de gente agradecida a sus hazañas
y a las bondades que pródigos donaban;
a sus palabras sinceras,
a veces hasta demasiado,
pero nunca nunca deshonestas.

Las crónicas de sus andanzas,
de cómo derrumbaron
los castillos de la arrogancia humana
cuando los vieran pequeños y frágiles
y los tomaran por vencidos,
y con el tesón de la hormiga
levantaran andenes y conquistaran
las altas tierras del conocimiento y del bienestar
ceñidos sólo de honestidad, bondad y mucho tesón.

A Cada paso suyo
germinaba del tubérculo, el ocumo y el ñame;
también el maíz para la arepa,
que si supieran,
que estas hazañas diminutas aún cuentan,
porque más que la proeza puntual
de una batalla certera
están las contrariedades pequeñas
del día a día,
las que sólo la constancia vence
pués si ella faltara,
el dique de la indiferencia
sepultaría de la familia
la buena empresa.

Y es allí donde está el tesoro,
las perlas de cada palabra de aliento,
de cada Ea! al arreo de las cargas
comprometidas a cada día;
de la entrega puntual del compromiso adquirido:
sea para la escuela la tarea del niño,
el recado de la madre
o de las cuentas el pago ofrecido.

Adiós Alfredo,
te fuiste después de Chucho,
a tierras más altas y desafíos desconocidos,
donde la mano del Creador les ponga
para seguir sembrando bienestar
un rato aquí, un rato allá.

Porque seguro es que seguirán
acompañándonos en el susurro lejano,
en las visiones de promesas venideras,
en la melodía de los sueños
que emanan de las fuentes de la paz, del amor y del sosiego
y de las oraciones que cada día al altar de Dios se elevan.

Y nosotros, los que quedamos,
para ustedes:
la gratitud de sus hijos,
el amor de sus esposas,
el abrazo de sus amigos,
el calor fervoroso de sus hermanos,
las risas de los nietos y bisnietos
(que son flores multicolores de un jardín cada vez más grande)
y la alegría de un mundo mejor asentado
sobre las pisadas enormes de sus pies de ocumo, maíz y ñame.

Juan R Mijares Ll
Willemstad, Mayo 2014.





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